A menudo hemos oído hablar de la “singularidad” de cada individuo, de lo diferente que somos y de cómo esta “diversidad” nos hace ricos en significado y particularidad. Este aspecto implica el factor físico que a su vez tiene un fuerte impacto en el psicológico. Hoy queremos hablar sobre uno de los aspectos más obvios que hace que cada individuo sea único: su propia piel.
Teniendo en cuenta que la piel es el órgano más grande y expuesto de nuestro cuerpo, debemos cuidarla para tener un estilo de vida saludable y para “sentirnos bien” con nosotros mismos. Para comprender mejor cómo hacerlo correctamente, una opción prudente es someterse a un análisis exhaustivo de la piel. Debemos ser conscientes del tipo de piel que tenemos y en qué condición se encuentra, para elegir de manera conscientes el tratamiento.
La función principal de la dermis es actuar como un “escudo” contra el sol, la contaminación del aire y todos los agentes atmosféricos externos. Para preservar la eficiencia de esta función de la piel, es necesario cuidarla, respetarla y, sobre todo, conocerla en profundidad para un tratamiento correcto, por lo tanto, es aconsejable tener un análisis completo de su condición.
Los factores que influyen la condición de la piel son varios:
- Cambios de la temperatura del ambiental;
- Duración de la exposición al sol;
- Nivel de polución;
- Fumar;
- Duración del sueño;
- Estrés diario;
- Alimentación;
Con que nos podemos encontrar sin conocer la condición de nuestra piel?
Para dar un ejemplo práctico, no tener un análisis de la piel antes de un tratamiento incluso de dermocosmética, es como querer hacer un pastel sin conocer los ingredientes y la receta; el resultado ciertamente será diferente de lo esperado y generalmente peor.
Con frecuencia, la elección del tratamiento de la piel que se administrará al cliente (dermocosmética o con la ayuda de diferentes tecnologías) está influenciada por los síntomas visibles y no por las causas que los generaron. La evaluación del tipo de piel y su estado a través de un análisis preciso aumenta el conocimiento de los parámetros de tener bajo control para elegir la ruta más adecuada para el individuo y, por lo tanto, obtener los mejores resultados.
Por ejemplo, conocer el nivel de hidratación, la cantidad de sebo presente en la dermis, el nivel de dilatación de los poros, la profundidad de las arrugas en diferentes puntos de la cara, etc; significa enfrentarse a un camino de tratamiento más centrado y consciente, con la posibilidad de obtener resultados claramente superiores.
No hacer un análisis completo o no hacerlo en absoluto puede conducir a evaluaciones incorrectas sobre el tratamiento a elegir y usar; por otro lado, no tener efectos positivos en una piel tratada es incluso frustrante para el individuo, así como conlleva costos que podrían haberse evitado. Un análisis en profundidad de la piel, por lo tanto, hace que sea más seguro elegir el camino que, será personalizado y más efectivo.
Pero, cuáles son las respuestas que debe dar un “análisis de la piel”?
El análisis de la piel debe tener en cuenta los niveles de sebo, hidratación, aspereza, sensibilidad, laxitud, etc. El objetivo también es devolver una “fotografía” del estado de la piel, teniendo en cuenta que está en constante transformación, y tener análisis claros de los parámetros que influyen en el estado visible de la misma. Por esta razón, es importante contar con un software que utilice microscopios digitales potentes y prácticos, ópticas de alta resolución, corneómetros capacitivos precisos y almohadillas absorbentes de sebo que son estrictamente de un solo uso.
Tu piel debe ser escuchada. No dejes las respuestas al azar. Solicita el análisis de la piel!